La insoportable incertidumbre del ser (diseñador)

Hoy quiero contarte un poco sobre mi recorrido en el mundo del diseño. Y es que en la época en la que estaba estudiando diseño gráfico (para ser exactos hace ya 14 años) pasé por lo mismo que muchos alumnos que hoy en día estudian la carrera. Todos, incluyendo a los recién egresados, estoy seguro de que pasamos por ese momento incómodo llamado “incertidumbre”.

Primero que nada, la incertidumbre se refiere (según el doctor google 😀 ) a la falta de seguridad o falta de confianza sobre algo, en otras palabras, así lo veo yo, es el miedo que tenemos al no saber que será o pasará en el futuro.

Así es, esa incertidumbre la sentía porque, entre más pasaba el tiempo dentro de la carrera, iba descubriendo que el diseño ¡es un mundo! Me daba cuenta de que uno puede ser ilustrador, fotógrafo, tipógrafo, diseñador especializado en web, editorial, packaging, o identidad corporativa, etc., etc. etc… Este era mi sentir, no sabía qué sería de mí en el futuro, me preguntaba ¿yo solo sé dibujar, seré bueno en lo que haga? ¿Y si no lo soy, qué voy a hacer? ¿Seré bueno en otra cosa que no sea dibujar? ¿Me gustará lo que haga? en fin, estas y mil cosas más daban vuelta en mi cabeza.

Mi aventura comenzó siendo “todólogo”, así es, haciendo de todo o un poco de todo. Esto iba de la mano conforme las materias que cursaba en aquellos momentos.

Plan A

Recuerdo que primero empecé queriendo hacer carteles. Me llamaba la atención poder comunicar con pocos elementos, diseñando algo sencillo y sobre todo gozar de una absoluta libertad. No solo hacía los ejercicios que en la escuela me dejaban, iba más allá, me inventaba yo mismo los temas. En ese entonces practicaba el skateboarding y hacía carteles sobre ese tema y también coleccionaba artes que me llamaban la atención para, según yo, mejorarlos. ¿Cómo supe que eso no era lo mío? Simple, porque me aburrí después de un tiempo, ya no tenía el gusto por diseñar más.

Plan B

Ahora me gustaba la fotografía de todo tipo: de productos, paisajes y moda. Hice exactamente lo mismo que con el cartel, me inventaba todo. Recuerdo que tomaba fotos a unos carros de escala y a todo tipo de objetos (perfumes y esculturas que tiene mi mamá en su casa, sus aretes, etc…). Les compartiría las fotos que tomé, pero lamentablemente no las tengo a la mano, están guardadas en una docena de cd (todavía era esa la manera de respaldar la información 😀), se las debo. En este punto fui más allá, acudía a conferencias de Enrique Arechavala, compraba libros sobre composición, manejo de la luz y teoría del color. Todo iba bien, pero pasó lo mismo: ya no sentía tanta pasión por tomar fotos (digo “tanta” porque todavía hoy me gusta, pero solo por hobby y para el Instagram).

Pasemos al plan C

Ahora me encontré con la tipografía. Este proceso fue muy, pero muy rápido, la razón fue muy simple, era malisisísimo. Solo bastó en un ejercicio de la escuela para darme cuenta de que definitivamente no era lo mío.

Para no hacerles el cuento largo, llegué al plan D, que era animación y a la par modelado en 3D, actividades donde tampoco resulté bueno, no entendía nada de los programas, así es que bye.

Entonces surgió el plan E, diseño de identidad. Sí me gustaba, hacía las cosas bien, llegué a hacer 2 o 3 trabajos extraescolares donde me pagaron (obvio no muy bien), pero como era estudiante se me hacía más que perfecto. En ese momento me dije ¡de esto quiero vivir y esto es lo que quiero hacer! Pero aquí no termina la historia, sí, aun hay más…

Entrando a los últimos semestres (no recuerdo muy bien, pero según yo era 7º o tal vez 8º) nos dieron la clase de diseño web y fue donde cambió mi mundo.

Si identidad me gustaba, el diseño web me fascinaba, me emocionaba todo lo que en ese momento se podía hacer, me llamaba mucho la atención muchas cosas, pero una en particular se me hacía interesante: que podías “darle vida” a tu diseño. Con la ayuda del Flash (un minuto de silencio para este programa que ya no existe) se podían hacer infinidad de cosas: animar la carga o un botón, dar efecto a las fotos, e incluso animar texto, etc…

Salí de la carrera en el 2008 y tengo 14 años dedicándome a esto, con la misma pasión y emoción en cada proyecto, siempre con la inquietud de presentar y hacer algo diferente. Claro que, si comparamos los tiempos de hace 14 años al día de hoy, hay un mundo de cosas más que se pueden hacer, las tendencias cambian, los diseños son más “innovadores” e incluso, hay nuevas tecnologías para programar, códigos que ayudan a que cualquier efecto sea posible, y eso, créeme, me llena de una emoción indescriptible.

El punto de mi historia y a lo que quiero llegar es que, si tú estudiante de diseño o recién egresado de la carrera aún no sabes qué hacer o dudas de lo que haces o si te preguntas si estas en el camino correcto, no te preocupes, llegará el momento en el que sientas emociones positivas. Pero eso sí, busca esa emoción, encuentra la pasión por hacer ese logo, esa tipografía, esa revista o lo que sea, no importa qué, pero nunca pares de buscar porque, eventualmente, te lo prometo, lo vas a encontrar.

Está bien tener incertidumbre, siempre y cuando la utilices como el motor que te lleve a la certeza. Disfruta del trayecto como si fueras en una montaña rusa: abraza el frenesí por lo que haces.